jueves, 16 de diciembre de 2010

Reflexión en cincuenta pasos

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Cincuenta veces antes de hacerlo. Si, simplemente deja que pase la oportunidad!!! Descubre que lo quieres y sé consciente de que deseas darle un último respiro. Ahora respira profundo, recuerda las palabras; toma aquella hojita con ambas manos y destrózala, y por último envíale otro de tus besos mortales por correo y así se enterará de la situación. No pecas por sutileza, tampoco por agresividad. Lo haces porque ya no tienes remedio. El tiempo corre, amor, te quedan cuarenta. ¿Qué harás con ellos? Tomaré diez al ver tu desconcierto y el miedo que te consume se quedó con cinco, los cuales multiplicó por dos porque tu fantasma creció considerablemente. ¿Y veinte a qué van? La mitad de ellos a recorrer esa vida que tan mal aprovechaste, por todo lo que no hiciste y que ves, ahora, que ten claramente pudiste haber logrado. Diez finales y eres una basura, y cinco, cuatro, tres por los capítulos de tu tiempo; dos por las veces que trataste de hacerlo… uno, por el amor que siempre quisiste tener, y despacio, desciendes lentamente, tu cabeza choca con la pared y cero… porque no te llevaste nada, pero yo sí te llevé a ti.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Especialmente para ti.

En este momento quisiera darle una cachetada. ¡Sí! Excelente idea, aunque creo que me levantaré de aquí y me lanzaré sobre él para darle una golpiza, pero, ¿para qué dejarlo peor de lo que está? Tal vez al mirarse al espejo él dice no estar mal, y pasa incluso más tiempo que su hermana peinándose y haciendo compras. ¡Oh, por Dios! ¿Y a eso se le llama “masculinidad”? ¡Con razón que los hombres descienden más y más en mi estima! Ah… pero aún sigue hablando, tratando de decir cosas para impresionarme, jajaja, pobre pendejo.

Dejaré que hable un poco más y si dice algo que me haga enojar simplemente no lo toleraré y romperé esta botella en su cabeza, y luego haré unos hermosos dibujitos en su cara con los vidrios que queden… así se vería divino! Con su carita ensangrentada, y perplejo, mirándome con unos ojos grandes que estarían a punto de dilatarse (pues no tengo tanta fuerza como para hacer que se desmaye con el golpe), y divirtiéndome en buen grado porque, por fortuna, no hay vigilantes en el lugar y los meseros están de tertulia en la cocina. Si, muy buena oportunidad, pero dejaré que hable un poco más para reírme de sus llamados argumentos, y luego le daré los míos en el momento en que logre coser su boca con un hilo bañando en su propia sangre, después de todo, eso me parece mucho más excitante que la propuesta que acaba de hacerme con tan poca creatividad. Me pregunto, ¿no tendrá ni un poco de miedo ante la idea de estar conmigo? Yo no he aceptado la propuesta, es más, me daría asco permitir que este idiota me penetrara de nuevo… pobrecillo, además de maricón es muy iluso, ¿qué clase de educación habrá tenido? Hmmm… bueno, creo que el televisor no resultó siendo un buen maestro. Desgraciado de él, que el consumismo lo tenga en su pútrida gloria.

Qué persona más ingenua, que chiquillo más engañado. ¿Cómo va a creerse el cuento de que estuve de vacaciones? ¿Será que fui a buscar un descanso en el polo norte? Es ridículo… estoy más pálida que antes y ahora me dice que mi bronceado se ve espectacular. Eso ya es demasiado para mí, no puedo resistirlo, así tenga que pasar otra temporada de vacaciones antes del tiempo previsto. No, no quiero que me vea más con esa mirada, ¡odio sus malditos ojos! Quisiera sacarlos de ahí inmediatamente y ponerlos en su sopa, y luego obligarlo a que los tragara… si! ¡Hace tiempo no me divertía tanto! No pensé que imaginar el dolor de otra persona fuera tan emocionante, ahora lamento verdaderamente haberme hecho daño a mí misma. Aunque no es momento para arrepentimientos, no puedo dañar mi felicidad de esa manera tan poco estimulante.

Aún hay otra cosa que detesto de él: su lengua. Aunque era buen besador, siempre pensé que su lengua estaba de más: se metía en lo que no le importaba. Tampoco me gustan sus manos, ni su nariz, ni… pero, ¿qué estoy diciendo? ¡Desperdiciaré toda la noche si sigo nombrando todo lo que detesto de él! Ok, lo resumiré: odio su cerebro. Eso es todo, tanto hablé para llegar a esa simple y colorida conclusión. No sería difícil romper su cabeza para substraerlo, pues sus pensamientos siempre fueron demasiado blandos. Unos cuantos golpes contra la pared para diversión mía y luego, con ayuda de un cuchillo será fácil destrozar ese cráneo. Por último, ¡tal vez pueda incluir un trozo de ese órgano y ponerlo dentro de mi hamburguesa! ¡Pero no la comeré, nunca! ¡No quiero morir de cáncer intestinal! Tal vez un idiota seguidor de las modas la encuentre atractiva y decida probarla…

Ya estoy cansada. Este muñeco ya me divirtió mucho por hoy, y creo que ahora los gusanos también quisieran divertirse un poco con él. No soy egoísta, dejaré que lo hagan, pues a mí no me queda tiempo ya…

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Fragmento del artículo aparecido el 5 de octubre de 1993 en el Times de Los Angeles:

(…) se había presentado un horrible asesinato a manos de una joven de aproximadamente 22 años, a quien no se ha logrado identificar aún. Sólo en un hospital siquiátrico de las afueras de Oakland se dio razón de ella, pues había sido abandonada allí siete meses atrás, y fue dada de alta a principios del mes de septiembre por su supuesta mejoría. En la escena del crimen se encontró a la joven desmayada, junto al cadáver de un hombre de 26 años identificado como Arthur Lynn, en un estado bastante lamentable: su cuerpo ensangrentado de pies a cabeza, cubierto de incisiones con algunos caracteres imposibles de descifrar; un ojo fuera de su cuenca; el cráneo abierto y el cerebro desparramado junto a unas rebanadas de pan. Los demás detalles no serán revelados hasta que no se tenga certeza sobre la manera en que fueron los hechos fueron llevados a cabo…

domingo, 13 de junio de 2010

La muerta - Guy de Maupassant

Una pequeña muestra de cómo puede un ser humano entregar su corazón,y de cómo puede ser vilmente engañado (Tema para la próxima entrada).


¡La había amado desesperadamente! ¿Por qué se ama? Cuán extraño es ver un solo ser en el mundo, tener un solo pensamiento en el cerebro, un solo deseo en el corazón y un solo nombre en los labios... un nombre que asciende continuamente, como el agua de un manantial, desde las profundidades del alma hasta los labios, un nombre que se repite una y otra vez, que se susurra incesantemente, en todas partes, como una plegaria.

Voy a contarles nuestra historia, ya que el amor sólo tiene una, que es siempre la misma. La conocí y viví de su ternura, de sus caricias, de sus palabras, en sus brazos tan absolutamente envuelto, atado y absorbido por todo lo que procedía de ella, que no me importaba ya si era de día o de noche, ni si estaba muerto o vivo, en este nuestro antiguo mundo.

Y luego ella murió. ¿Cómo? No lo sé; hace tiempo que no sé nada. Pero una noche llegó a casa muy mojada, porque estaba lloviendo intensamente, y al día siguiente tosía, y tosió durante una semana, y tuvo que guardar cama. No recuerdo ahora lo que ocurrió, pero los médicos llegaron, escribieron y se marcharon. Se compraron medicinas, y algunas mujeres se las hicieron beber. Sus manos estaban muy calientes, sus sienes ardían y sus ojos estaban brillantes y tristes. Cuando yo le hablaba me contestaba, pero no recuerdo lo que decíamos. ¡Lo he olvidado todo, todo, todo! Ella murió, y recuerdo perfectamente su leve, débil suspiro. La enfermera dijo: "¡Ah!" ¡y yo comprendí!¡Y yo comprendí!

Me consultaron acerca del entierro pero no recuerdo nada de lo que dijeron, aunque sí recuerdo el ataúd y el sonido del martillo cuando clavaban la tapa, encerrándola a ella dentro. ¡Oh! ¡Dios mío! ¡Dios mío!

¡Ella estaba enterrada! ¡Enterrada! ¡Ella! ¡En aquel agujero! Vinieron algunas personas... mujeres amigas. Me marché de allí corriendo. Corrí y luego anduve a través de las calles, regresé a casa y al día siguiente emprendí un viaje.

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Ayer regresé a París, y cuando vi de nuevo mi habitación -nuestra habitación, nuestra cama, nuestros muebles, todo lo que queda de la vida de un ser humano después de su muerte-, me invadió tal oleada de nostalgia y de pesar, que sentí deseos de abrir la ventana y de arrojarme a la calle. No podía permanecer ya entre aquellas cosas, entre aquellas paredes que la habían encerrado y la habían cobijado, que conservaban un millar de átomos de ella, de su piel y de su aliento, en sus imperceptibles grietas. Cogí mi sombrero para marcharme, y antes de llegar a la puerta pasé junto al gran espejo del vestíbulo, el espejo que ella había colocado allí para poder contemplarse todos los días de la cabeza a los pies, en el momento de salir, para ver si lo que llevaba le caía bien, y era lindo, desde sus pequeños zapatos hasta su sombrero.

Me detuve delante de aquel espejo en el cual se había contemplado ella tantas veces... tantas veces, tantas veces, que el espejo tendría que haber conservado su imagen. Estaba allí de pie, temblando, con los ojos clavados en el cristal -en aquel liso, enorme, vacío cristal- que la había contenido por entero y la había poseído tanto como yo, tanto como mis apasionadas miradas. Sentí como si amara a aquel cristal. Lo toqué; estaba frío. ¡Oh, el recuerdo! ¡Triste espejo, ardiente espejo, horrible espejo, que haces sufrir tales tormentos a los hombres! ¡Dichoso el hombre cuyo corazón olvida todo lo que ha contenido, todo lo que ha pasado delante de él, todo lo que se ha mirado a sí mismo en él o ha sido reflejado en su afecto, en su amor! ¡Cuánto sufro!
Me marché sin saberlo, sin desearlo, hacia el cementerio. Encontré su sencilla tumba, una cruz de mármol blanco, con esta breve inscripción:

«Amó, fue amada y murió.»

¡Ella está ahí debajo, descompuesta! ¡Qué horrible! Sollocé con la frente apoyada en el suelo, y permanecí allí mucho tiempo, mucho tiempo. Luego vi que estaba oscureciendo, y un extraño y loco deseo, el deseo de un amante desesperado, me invadió. Deseé pasar la noche, la última noche, llorando sobre su tumba. Pero podían verme y echarme del cementerio. ¿Qué hacer? Buscando una solución, me puse en pie y empecé a vagabundear por aquella ciudad de la muerte. Anduve y anduve. Qué pequeña es esta ciudad comparada con la otra, la ciudad en la cual vivimos. Y, sin embargo, no son muchos más numerosos los muertos que los vivos. Nosotros necesitamos grandes casas, anchas calles y mucho espacio para las cuatro generaciones que ven la luz del día al mismo tiempo, beber agua del manantial y vino de las vides, y comer pan de las llanuras.

¡Y para todas estas generaciones de los muertos, para todos los muertos que nos han precedido, aquí no hay apenas nada, apenas nada! La tierra se los lleva, y el olvido los borra. ¡Adiós!
Al final del cementerio, me di cuenta repentinamente de que estaba en la parte más antigua, donde los que murieron hace tiempo están mezclados con la tierra, donde las propias cruces están podridas, donde posiblemente enterrarán a los que lleguen mañana. Está llena de rosales que nadie cuida, de altos y oscuros cipreses; un triste y hermoso jardín alimentado con carne humana.

Yo estaba solo, completamente solo. De modo que me acurruqué debajo de un árbol y me escondí entre las frondosas y sombrías ramas. Esperé, agarrándome al tronco como un náufrago se agarra a una tabla.

Cuando la luz diurna desapareció del todo, abandoné el refugio y eché a andar suavemente, lentamente, silenciosamente, hacia aquel terreno lleno de muertos. Anduve de un lado para otro, pero no conseguí encontrar de nuevo la tumba de mi amada. Avancé con los brazos extendidos, chocando contra las tumbas con mis manos, mis pies, mis rodillas, mi pecho, incluso con mi cabeza, sin conseguir encontrarla. Anduve a tientas como un ciego buscando su camino. Toqué las lápidas, las cruces, las verjas de hierro, las coronas de metal y las coronas de flores marchitas. Leí los nombres con mis dedos pasándolos por encima de las letras. ¡Qué noche! ¡Qué noche! ¡Y no pude encontrarla!

No había luna. ¡Qué noche! Estaba asustado, terriblemente asustado, en aquellos angostos senderos entre dos hileras de tumbas. ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Tumbas! ¡Sólo tumbas! A mi derecha, a la izquierda, delante de mí, a mi alrededor, en todas partes había tumbas. Me senté en una de ellas, ya que no podía seguir andando. Mis rodillas empezaron a doblarse. ¡Pude oír los latidos de mi corazón! Y oí algo más. ¿Qué? Un ruido confuso, indefinible. ¿Estaba el ruido en mi cabeza, en la impenetrable noche, o debajo de la misteriosa tierra, la tierra sembrada de cadáveres humanos? Miré a mi alrededor, pero no puedo decir cuánto tiempo permanecí allí. Estaba paralizado de terror, helado de espanto, dispuesto a morir.

Súbitamente, tuve la impresión de que la losa de mármol sobre la cual estaba sentado se estaba moviendo. Se estaba moviendo, desde luego, como si alguien tratara de levantarla. Di un salto que me llevó hasta una tumba vecina, y vi, sí, vi claramente cómo se levantaba la losa sobre la cual estaba sentado. Luego apareció el muerto, un esqueleto desnudo, empujando la losa desde abajo con su encorvada espalda. Lo vi claramente, a pesar de que la noche estaba oscura. En la cruz pude leer:

«Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Amó a su familia, fue bueno y honrado y murió en la gracia de Dios.»

El muerto leyó también lo que había escrito en la lápida. Luego cogió una piedra del sendero, una piedra pequeña y puntiaguda, y empezó a rascar las letras con sumo cuidado. Las borró lentamente, y con las cuencas de sus ojos contempló el lugar donde habían estado grabadas. A continuación, con la punta del hueso de lo que había sido su dedo índice, escribió en letras luminosas, como las líneas que los chiquillos trazan en las paredes con una piedra de fósforo:
«Aquí yace Jacques Olivant, que murió a la edad de cincuenta y un años. Mató a su padre a disgustos, porque deseaba heredar su fortuna; torturó a su esposa, atormentó a sus hijos, engañó a sus vecinos, robó todo lo que pudo y murió en pecado mortal.»

Cuando hubo terminado de escribir, el muerto se quedó inmóvil, contemplando su obra. Al mirar a mi alrededor vi que todas las tumbas estaban abiertas, que todos los muertos habían salido de ellas y que todos habían borrado las líneas que sus parientes habían grabado en las lápidas, sustituyéndolas por la verdad. Y vi que todos habían sido atormentadores de sus vecinos, maliciosos, deshonestos, hipócritas, embusteros, ruines, calumniadores, envidiosos; que habían robado, engañado, y habían cometido los peores delitos; aquellos buenos padres, aquellas fieles esposas, aquellos hijos devotos, aquellas hijas castas, aquellos honrados comerciantes, aquellos hombres y mujeres que fueron llamados irreprochables. Todos ellos estaban escribiendo al mismo tiempo la verdad, la terrible y sagrada verdad, la cual todo el mundo ignoraba, o fingía ignorar, mientras estaban vivos.

Pensé que también ella había escrito algo en su tumba. Y ahora, corriendo sin miedo entre los ataúdes medio abiertos, entre los cadáveres y esqueletos, fui hacia ella, convencido de que la encontraría inmediatamente. La reconocí al instante sin ver su rostro, el cual estaba cubierto por un velo negro; y en la cruz de mármol donde poco antes había leído:

«Amó, fue amada y murió.»

Ahora leí:

«Habiendo salido un día de lluvia para engañar a su amante, pilló una pulmonía y murió.»

Parece que me encontraron al romper el día, tendido sobre la tumba, sin conocimiento.

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viernes, 9 de abril de 2010

High voltage Doom: Electric Wizard

Mientras el mundo se hunde en el caos, en estos últimos días de la maldita raza
humana, este es el único antídoto para dicha miseria... THE ELECTRIC WIZARD.


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Esta excelente agrupación inglesa de Stoner Doom Metal fue formada en el año 1993, y aun en la actualidad sigue haciendo excelente música. Si nos fijamos, no hay que ser muy detallistas para encontrar que es una de las pocas bandas que continua con su esencia inicial... "nada de evoluciones", igual que hace 16 años, la misma fuerza, la misma atmósfera desmesurada.

Influenciada musicalmente por Black Sabbath y otras bandas de Doom de la época como Saint Vitus. En sus inicios fue formada bajo el nombre de Lord or Putrefaction (1989), luego cambió a Thy Grief Eternal, posteriormente a Eternal, y finalmente como Electric Wizard, nombre que usa actualmente.

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La base de sus letras y su inspiración está en el ocultismo, muy al estilo Lovecraft, con una pequenísima dosis de drogas para "acelerar" la producción y llevar a reconocer a Electric Wizard como "La banda más pesada del universo", y no exageran al decirlo. La sicodelia producida por las drogas, sumada al ocultismo, y a una vida de frustración y desesperanza (al menos en las demás áreas): "inicialmente nosotros somos el producto de la frustración, el desempleo y el abuso de las drogas... pero a través de la experimentación con los alucinógenos y las ciencias ocultas descubrimos nuestro verdadero potencial".

Album debut: Electric Wizard, del año 1995, bien recibido pero no con tanto éxito como el segundo: "Come my fanatics..." de 1997, que los lanzó a la fama underground de este género inmediatamente (mi recomendado: Son of nothing). En el año 2000 aparece su diso Dopethrone, el más representativo de la banda en todo su contenido (empezando por la portada y terminando por cada una de las letras de las 9 canciones de esta joya del Stoner Doom).

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2002: Let us prey; 2004: We live; 2007: Witchcult today. Sin nombrar los EP's: Demon Lung con Our Haunted Kingdom, Chrono.Naut, Chrono.Naut/Nuclear Guru con Orange Goblin; Supercoven (uno de los mejores); The house on the borderland en compañía de Reverend Bizarre y The processean, ambos del año 2008.

Dejando de lado aquellas particularidades necesarias de historia musical, hablemos de su música como tal, del espíritu de Electric Wizard. Drogas, drogas! No puedes evitar sentir un poco de aquellos extraños efectos alucinógenos solo con escuchar un par de sus canciones, es lo suficientemente distorsonada, enloquecida, fuerte y seductora a la vez como para que no quieras dejar de escucharla sin sentirte invadido por algo de "odio sicodélico" hacia la humanidad. Agreguemos a esta carga una mórbida fascinación por las ciencias ocultas, más la influencia de la literatura lovecraftiana, algo de francmasonería, cierto "misticismo" nazi y la inspiración que solo pueden brindar las películas de horror de los años 70's... más todo el sabor de las artes ocultas para expresarlo con su música y formar así una de las bandas más particulares que hayan podido existir. "We have created a true own way ticket away from this dead planet".

¿Qué más podíamos esperar, si es Doom Metal? Brutalidad oculta bajo el velo de la lentitud de los riffs que nos ofrece, siendo que el Doom es tal vez el género más incomprendido del Metal.

Finalmente, demos los créditos correspondientes a los integrantes de la agrupación: Jus Oborn, guitarra y voz desde 1993; Tas en el bajo desde el 2008; Shaun rutter como baterista desde el año de 2006, y, como digna de resaltar, Liz Buckingham, guitarrista de la banda desde el año 2003 (porque tenía que haber representación femenina, siii! Jajaja).

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"Nuestra música es Doom Metal, la única verdadera definición. Tocamos la campana del infierno, nuestro sonido es un aplastante behemoth en una marcha funeral sicodélica. Violento, crudo y ritualista, nos reverenciamos ante el altar del RIFF. Nosotros no rockeamos, matamos!"
Fuente: www.myspace.com/electricwizarddorsetdoom

viernes, 26 de marzo de 2010

A mis penas - Juan Ramón Jiménez

Es cuestión de perspectivas. Cada persona tiene una manera de vivir su vida, un pensamiento distinto sobre las emociones que le invaden en cada uno de sus días, y para cada cual es el modo correcto-racional-perfecto... en resumidas cuentas, la mejor forma de hacer las cosas. Pero es bueno darle una oportunidad a aquellos conceptos abandonados y rechazados en general... ¿por qué todo el mundo busca felicidad, diversión, compañía, mientras sentimientos como la melancolía, la tristeza, la soledad, también tienen algo interesante para nuestra experiencia?

Cuando lloraba yo tanto,
cuando yo tanto sufría,
mis penas, sólo mis penas,
fueron constantes amigas;
me quedé sin ilusiones,
me quedé sin alegrías,
volaron mis esperanzas,
y en el mar de mi desdicha,
pobre y solitario náufrago
sin auxilio me perdía;
llegó un momento supremo
en que aborrecí la vida.

Entonces brilló a lo lejos
una azul playa bendita,
la playa del sufrimiento,
de las nostalgias divinas;
pensé un instante en la lucha,
sol que alumbró muerto día,
y me abracé a mis dolores
y salvé mi inútil vida.

¡Penas mías, yo os bendigo!
¡Yo os bendigo, penas mías,
negras tablas salvadoras
del perfume de mi vida!
Nunca, nunca me olvidéis
en el mar de mi desdicha,
entristeced mis amores,
entristeced mis delicias,
que yo gozo con las penas
más que con las alegrías,
que jamás puedo olvidarme
de aquella playa bendita,
en donde me embriagasteis
de las nostalgias divinas.
Todo el oro de mis sueños,
todo el amor de mi lira,
todas las flores que entreabran
sus cálices en mis días,
todo el fuego de mis ojos,
todo el placer de mis risas,
es sólo para vosotras,
adoradas penas mías,
adoradas salvadoras
del perfume de mi vida.

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viernes, 19 de marzo de 2010

Dos Angeles

Mientras pasa la crisis, les dejo algo de material relativamente nuevo y poco conocido.


If you would tell me that I was someone,
then, for a second, I would think.
Just like I would try to consider
how it feels to know...
(I am nothing - Katatonia)
Sabiendo que las cosas en mi vida no marcharían de otra manera, me sobrecogía una angustia… más extraña que de costumbre: pesada, de esas que amenazan con aumentar la fuerza de la gravedad y no dejarme levantar del suelo; esa que les daba a mis ojos una capa grisácea haciendo que el mundo sólo se llenara de una monotonía irreversible haciendo mis visiones más opacas cada vez, además de oprimir mi pecho con técnicas macabras que resultan aún más inefables pero bien conocidas para quien, a menudo, dormita con la pintoresca Nostalgia.

Desde chico supe quien era ella. Una sombra que, aunque variaba en tamaño y color, era inconfundible por su olor; por la manera en que miraba y se comportaba con quien la acompañaba, ya que dicho personaje no tenía voz, o tal vez olvidó cómo hablar porque casi ninguno, en toda su existencia, había querido escucharle. Por tal razón ha sido gran amiga de la Soledad –quien siempre necesita de un “compañero” para lograr sus efectos–, con quien, en las tardes matutinas y desgraciadas, forman una triste algarabía, y en medio de aquel pequeño espectáculo, la Depresión despierta para formar parte del juego, haciendo que el tiempo sea lento, duro y despiadado, llenando su nuevo hogar con lamentos desesperados, marchitando las esperanzas y dejando, por cada esquina que pasa, áridos y vacíos los campos antes fértiles, y en ese mismo paseo, amargos y agudos gritos empiezan a escucharse y… la Muerte busca entonces un espacio en la mesa para tomar el té.

En aquellos tiempos de mi niñez, siempre le veía a ella junto a mi madre, envuelta en una tímida sombra que apenas develaba sus preciosos colores. La última vez le vi azulada, tímida, mirando a mi madre con una expresión más de compasión que de necesidad, como solía hacerlo cuando se presentaba amarilla, o con tonalidades rojizas, como las del ocaso celeste en aquellas tristes pero memorables épocas. Creo que nunca podré olvidar ese rostro, tan difuso y tan concreto a la vez, tan hermoso y tan macabro, y, aunque siempre haya tratado de pintarlo, de expresarlo, de guardarlo en mi corazón, o al menos en mi ya trastornada cabeza, no me ha sido viable hacerlo, o cada vez se nota más como una simple historia de ficción, como salida de lo más recóndito de mi imaginación. Decía, pues, que con su rostro pálido azul observaba a mi madre, tratando tal vez de convencerla de algo pero, preocupada, sentada junto a ella, o paseando cerca de su rostro, tratando de tocarle, de decirle que esta vez era importante que le prestara atención. Pero fue imposible, y entre cada vez que llevaba la botella a su boca, la nostalgia se tornaba más azul, hasta que varias lágrimas empezaron a brotar de sus pequeños ojos. La Soledad trató de consolarle, pero su llanto eran tan solemne que ambas lloraron a la vez, compartiendo su tristeza y viendo cómo, por más que hubiesen querido ser escuchadas y traspasar ese manto de corporeidad, la vida de aquella mujer se desvanecería en algún instante no muy lejano. Y así fue. Tal torrente lacrimoso llamó de nuevo a la Muerte, quien no había tenido la oportunidad de compartir una velada con sus compañeras desde hacía mucho tiempo en esa ciudad. Y vino más alegre que de costumbre, muy vistosa y atractiva, tanto así que con cada paso el viento le perseguía para jugar con sus negruzcos ropajes. Ya no hubo nada más que hacer, y en una fúnebre ceremonia la Muerte envolvió con su manto delicado a mi madre en un acto que nunca olvidaré. Tomó sus manos y ambas, junto a la Nostalgia, traspasaron el umbral, mientras yo, perdido en aquella escena, era custodiado por la Soledad, que no se separó de mí hasta que la Nostalgia presenciara su próxima pérdida, pues, ellas serían ahora mis ángeles custodios.

Luego recuerdo un sonido fuerte y seco, ya que no pude vislumbrar lo sucedido en aquel momento. En aquel instante no logré captar lo sucedido –contaba mi línea vital con aproximadamente tres años, escasamente–, pero lo recuerdo perfectamente, con cada mínimo detalle. Cuando crecí, siendo ya casi un jovencito, mi abuela, no sin cierto recelo y algunas reservas, me comentó que mi madre se había suicidado siendo yo un pequeño; que la habían encontrado a la mañana siguiente fuera de su casa, con un revólver al lado de su cuerpo inerte, sobre un pequeño charco de sangre que no había alcanzado a ser absorbido por la tierra, y un agujero había destrozado toda la parte inferior de su cráneo. Pero a eso se reduce la historia conocida: nadie vio y nadie verá los acontecimientos de los que fui yo testigo en aquel entonces.

Viví así acompañado por aquellas señoritas llamadas Nostalgia y Soledad, de las cuales perdía visión y gran parte de mis recuerdos a medida que crecía. Sus rostros se presentaban ahora más confusos, y sus colores se hacían transparentes y sus olores imperceptibles: era mi edad tan distinta, mis ocupaciones nuevas y lo suficientemente sofocantes como para que fuese yo ahora quien me cegara a sus palabras, a sus caricias, a sus abatidos e ilusionados cantos. A veces, cuando me sentaba a batir algunas notas en la guitarra, trataba de imitar sus sonidos, de recordarlas, y sentía sus pasos al entrar en mi habitación y sentarse junto a mí para escuchar algunas nuevas melodías, ya que no tuve una madre a quien dedicarlas, ni un eterno amor a quien componerlas.

Ahora tienen más tiempo para estar conmigo, pues, como vivo en un piso solitario, pagando con el escaso dinero que recibo como ayudante de mecánica –aunque siempre mi vida ha estado consagrada al poco arte que conozco y a la infinita alabanza de mis musas protectoras– , pasan conmigo noches enteras, velando mi sueño intranquilo y dejando que sus lágrimas resbalen sobre mis mejillas, aunque ya no tengo la habilidad para verlas porque, si así fuera, las consolaría por lo que resta de mi vida, que realmente no creo que sea gran cosa, a juzgar por los recuerdos que me trae ello del día en que la mortuoria dama danzó con mi madre para llevarla suave y alegremente a su apacible mansión. Algunas veces me acompañan al trabajo, o van conmigo a tomar el café en la tarde, mientras cito en mi libreta algunas palabras para ellas, diciéndoles que yo sí las escucho, que yo sí las siento, que yo no las haré sufrir cuando me una al baile macabro en el palacio de la amada Muerte.

Y allí, sentado, viéndolas tal vez en medio de alucinaciones, las observo cálidas, frente a mí, al otro lado de la mesa, ambas con las mejillas acarameladas, ocultando una pequeña sonrisa mortal en su poética seriedad, mientras me derrito al son de una guitarra desafinada y una botella con dulce y amargo líquido se desliza de mi mano, y duermo entonces para volver a despertar…


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viernes, 26 de febrero de 2010

Sé feliz, amada...

Y si la memoria pretende
pasar por el sol
cruzar la corriente
no permitas de mí se olvide
y aunque así lo fuere, reina mía
amaré tu amor
soñaré tu sonrisa
hasta el último día de mi vida...
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Perdona mi impertinencia, y seguramente mi imprudencia, si mis letras han llegado de nuevo a tu vida en momento inoportuno, pero, tranqula, no es cuestión de alarma, esto sólo ha sido causa de un impulso (ya sabes que siempre padecí por la misma razón), y como tal, pasajero.

Oh... no creas que no me ha costado trabajo retomar la pluma para escribirte pero, siendo sincero, la había abandonado desde que te fuiste, pues, al parecer, tú eras el motor que le daba la vida. Ahora me tiembla el pulso al hacerlo, y al pensar en tu reacción, tus gestos, tus pensamientos, al sber que nuevamente me recuerdas; al tener noticia mía después de tanto tiempo, despues de que el cauce de tu abandono me ha llevado lejos hasta de mí mismo. Pero, en realidad no sé si desees saber de mí, por lo cualt rato de escribirte de la manera más suave que me es posible, evitando la dulzura que mi corazón siempre quiere expresarte. Entonces me limitaré a darte muestra de mi buen estado (aunque, ya imaginarás, no perfecto en salud) y dulceintención al entrar con mis letras en tus ojos, de nuevo, aquellos ojos...

Aquellos cristales enmantelados,
cubiertos de sonrisas y recuerdos
tristezas, angustias y alegrías
hermosos episodios bajo una luna baldía...

Quería solamente, vida mía, saber en qué estado te encuentras, cómo y con cuanta alegría has recibido tu nueva vida en brazos de un buen hombre que, al parecer, te ama y desea sólo verte sonreir; quería saber si también lloras en su hombro, y si él logra mantener la pureza de esos cristales sagrados al derramarse sobre sí; quería saber si también alimentas y renuevsa su existencia con tus caricias; si también envuelves su mundo con tu gentil abrazo e iluminas sus más oscuras noches con la claridad infinita que sólo tus ojos pueden brindar...

Así como conmigo lo hacías
Así como en aquellos tiempos
En que por ti daba yo la vida
Pero terminaste dándome el veneno...

Pues, amada, te digo, si quieres regalarle en vida un poco de felicidad, no olvides brindarle toda aquella existencia dedicada al amor, a las flores, al brillo, a la melodía...! No olvides regalarle todo aquel precioso amor y con él empaparle pies y cabeza, pero asegúrate de amarle como a nadie, de nunca privarle de todas aquellas maravillas que sólo brotan de tu fuente, de ese noble y abnegado corazón...

Esa es, hermosa mía, mi única recomendación, reafirmando así los buenos deseos que de mi interior nacen para la reciente y feliz pareja. Y te lo digo, querida, así nunca quieras volver a verme, ya que al hombre que comparta contigo su vida, su lecho, su alegría, sólo le pertenece eterna felicidad por haber logrado conquistarte.

Ahora, amada, como a mí tú no le dejes,
como a mi no le abandones;
como a mí no le detruyas;
no llenes su morada con tu precioso amor y dulces caricias, si realmente no deseas hacerlo eternamente;
no le abandones, por favor, no le desprecies;
no deje en ruina lo que ahora haz construido en su corazón;
cuidale, toca la campana de la felicidad frecuentemente:
porque
luego de vert a ti, amor,
luego de sentirte a ti
luego de amarte, entregarse, y adorarte a ti...

Si desapareces, todas quellas caricias, sonrisas y recuerdos, quedarán sin sepultura, y estará él condenado a no ver la luz ya nunca más, porque tu sol habrá escapado a sus miradas, habrá abandoonado sus montañas...

Y ahora, como quien ha perdido sus ojos, me consuelo yo al recordarte, al imaginarte... y me siento bienaventurado porque, gracias a ti conocí el amor;
porque me dejaste amarte,
porque abriste mis ojos a la felicidad;
porque diste alivio a un corazón que, antes de amarte, no era más que miseria y decepción...

Gracias por esos hermosos años de alegría. Sé que, además de refugiarse en dos memoraias, perdurarán en dos corazones.

Sé feliz, amor mío! Goza de la alegría y al maravilla que Dios ha regado en el mundo para almas tan nobles como la tuya. Es lo que mereces, lo que sólo tú puedes merecer.



Adiós.

Posdata:
Entrégate a al felicidad, vuela con los ángeles, y perdona lo poco que pude darte, aunque fue todo el amor que un mortal puede cargar en su corazón.

domingo, 31 de enero de 2010

La Bienvenida

Después de una larga temporada de descanso en lo relativo a las letras, salgo nuevamente al escenario, esperando atraparles un rato en mi telaraña para que compartan un poco de su tiempo divirtiéndose con mis creaciones. Me encuentro en este preciso momento algo bloqueada, pero prometo traerles buen material. No es más por ahora. Este era solo el comienzo :)


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