viernes, 26 de febrero de 2010

Sé feliz, amada...

Y si la memoria pretende
pasar por el sol
cruzar la corriente
no permitas de mí se olvide
y aunque así lo fuere, reina mía
amaré tu amor
soñaré tu sonrisa
hasta el último día de mi vida...
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Perdona mi impertinencia, y seguramente mi imprudencia, si mis letras han llegado de nuevo a tu vida en momento inoportuno, pero, tranqula, no es cuestión de alarma, esto sólo ha sido causa de un impulso (ya sabes que siempre padecí por la misma razón), y como tal, pasajero.

Oh... no creas que no me ha costado trabajo retomar la pluma para escribirte pero, siendo sincero, la había abandonado desde que te fuiste, pues, al parecer, tú eras el motor que le daba la vida. Ahora me tiembla el pulso al hacerlo, y al pensar en tu reacción, tus gestos, tus pensamientos, al sber que nuevamente me recuerdas; al tener noticia mía después de tanto tiempo, despues de que el cauce de tu abandono me ha llevado lejos hasta de mí mismo. Pero, en realidad no sé si desees saber de mí, por lo cualt rato de escribirte de la manera más suave que me es posible, evitando la dulzura que mi corazón siempre quiere expresarte. Entonces me limitaré a darte muestra de mi buen estado (aunque, ya imaginarás, no perfecto en salud) y dulceintención al entrar con mis letras en tus ojos, de nuevo, aquellos ojos...

Aquellos cristales enmantelados,
cubiertos de sonrisas y recuerdos
tristezas, angustias y alegrías
hermosos episodios bajo una luna baldía...

Quería solamente, vida mía, saber en qué estado te encuentras, cómo y con cuanta alegría has recibido tu nueva vida en brazos de un buen hombre que, al parecer, te ama y desea sólo verte sonreir; quería saber si también lloras en su hombro, y si él logra mantener la pureza de esos cristales sagrados al derramarse sobre sí; quería saber si también alimentas y renuevsa su existencia con tus caricias; si también envuelves su mundo con tu gentil abrazo e iluminas sus más oscuras noches con la claridad infinita que sólo tus ojos pueden brindar...

Así como conmigo lo hacías
Así como en aquellos tiempos
En que por ti daba yo la vida
Pero terminaste dándome el veneno...

Pues, amada, te digo, si quieres regalarle en vida un poco de felicidad, no olvides brindarle toda aquella existencia dedicada al amor, a las flores, al brillo, a la melodía...! No olvides regalarle todo aquel precioso amor y con él empaparle pies y cabeza, pero asegúrate de amarle como a nadie, de nunca privarle de todas aquellas maravillas que sólo brotan de tu fuente, de ese noble y abnegado corazón...

Esa es, hermosa mía, mi única recomendación, reafirmando así los buenos deseos que de mi interior nacen para la reciente y feliz pareja. Y te lo digo, querida, así nunca quieras volver a verme, ya que al hombre que comparta contigo su vida, su lecho, su alegría, sólo le pertenece eterna felicidad por haber logrado conquistarte.

Ahora, amada, como a mí tú no le dejes,
como a mi no le abandones;
como a mí no le detruyas;
no llenes su morada con tu precioso amor y dulces caricias, si realmente no deseas hacerlo eternamente;
no le abandones, por favor, no le desprecies;
no deje en ruina lo que ahora haz construido en su corazón;
cuidale, toca la campana de la felicidad frecuentemente:
porque
luego de vert a ti, amor,
luego de sentirte a ti
luego de amarte, entregarse, y adorarte a ti...

Si desapareces, todas quellas caricias, sonrisas y recuerdos, quedarán sin sepultura, y estará él condenado a no ver la luz ya nunca más, porque tu sol habrá escapado a sus miradas, habrá abandoonado sus montañas...

Y ahora, como quien ha perdido sus ojos, me consuelo yo al recordarte, al imaginarte... y me siento bienaventurado porque, gracias a ti conocí el amor;
porque me dejaste amarte,
porque abriste mis ojos a la felicidad;
porque diste alivio a un corazón que, antes de amarte, no era más que miseria y decepción...

Gracias por esos hermosos años de alegría. Sé que, además de refugiarse en dos memoraias, perdurarán en dos corazones.

Sé feliz, amor mío! Goza de la alegría y al maravilla que Dios ha regado en el mundo para almas tan nobles como la tuya. Es lo que mereces, lo que sólo tú puedes merecer.



Adiós.

Posdata:
Entrégate a al felicidad, vuela con los ángeles, y perdona lo poco que pude darte, aunque fue todo el amor que un mortal puede cargar en su corazón.