jueves, 16 de junio de 2011

Viejos amores


Sí, lo siento. Asqueroso ánimo romanticón del día de hoy!
Lo siguiente
lo encontré en mis viejos archivos. Data del mes de junio del 2008. Me pareció
interesante compartirlo no sólo por lo que en sí dice sino porque,
literariamente, encontré aquí una pieza hermosa.
A ver...

El lápiz en mi mano y mi mirada fija en el cielo; es difícil hablar sobre lo que siente el corazón, y al mirar hacia arriba, por más lejos que parezca, me siento afortunada porque allí está mi destino, destino que, admito, me encantaría compartir contigo. Y entiendo que el tiempo ha pasado y, a mi parecer, fue una buena decisión el haberme dejado... allí, sencillamente. Ahora, ya me ves, suspirando cuando te pienso y asegurando nunca haber querido a nadie de esta manera. Y podrás pensar que, así como en mucho me equivoco, al decir esto puedo igualmente estar errando. Pero juraste confiar en mi corazón y, no te lo recrimino ni, mucho menos, te exigo que por ello me creas. Simplemente, hazlo porque no tengo la intención de traicionarte, y no seré nunca capaz de hacerlo.



A veces duele un poco. Me lastima el pensar que, así lo mereciera yo, en un momento inesperado y sin advertencia, trataste de reemplazarme, y en algunas ocasiones mi corazón se consume al pensar que otra persona haya logrado ocupar el lugar tan caro que tenía yo dentro de ti. Sé que eso no pudo ser posible, aunque si por alguna razón no deseas ya estar conmigo y me es imposible ascender de nuevo en tu estima, te suplico me lo digas ahora, antes de que la fuerza de estos sentimientos crezca más (porque, a cada minuto que pasa, una interna lluvia de amor riega los campos en que tu semilla quedó sembrada, y observo, plácidamente, cómo creces en mí), si puedo seguir alimentando ese propósito, si puedo seguir sembrando lo que me diste y luego compartir contigo los frutos de mi cosecha.



Ahora, mientras mi alma palpita con inmensa alegría, amenazando con salir incluso de mi pecho al pensar con tal insistencia en ti, sólo me queda usar mis letras para mostrarte un poco más mi amor y gratitud, pues, aunque mis palabras no son susceptibles al jugueteo del viento, me encanta la idea de que quede esta bella constancia de la realidad de mis sentimientos.


No deseo extenderme más, pues creo que mi mirada logra hablarte en el grado en que mi arte no logra alcanzar. Pase lo que pase, ruego a Dios y te pido a ti, mi caballero, no me olvides nunca, y tengas siempre en cuenta que sin importar el tiempo, la realidad, el sentimiento o la situación, siempre estaré allí para ti, dispuesta a ayudarte, a escucharte, y a quererte invariable, impersonal e infinitamente, incluso, a sacrificarlo todo cuando tú lo necesites...